jueves, 24 de diciembre de 2015

MERETRICES



Melenas doradas,
artificio y remiendo
de ilusiones caducas,
al paso del tiempo.

Caderas ceñidas,
a la cruel esperanza
de agitar corazones
en olvidables danzas

Escotes profundos
en la piel de porcelana
pálida secuencia
al llegar la madrugada.


Aromas dulzones
baratas fragancias
encajes que encajan
en ajenas ansias

El rojo y el negro
faroles del placer
encienden suspiros
habanos y miel.

Senos asomados
a los ojos de la noche
en sedas gastadas
en besos sin reproches.

El tren de la vida
les cobra peaje
a los sueños rotos
escasos de equipaje.

Las medias corridas
el rimmel también
ellas cuentan su fortuna
cuando bajan del andén.




Rita Mercedes Chio

domingo, 6 de diciembre de 2015

A chavela Vargas



Y ahora que ya se ha ido
Dirán las buenas voces
Rara mujer para la época
Donde los dulces poetas
Esgrimen rimas con flores.

Como la primer nota
En la piel de una guitarra
Queja honda que se palpa
Dolor, sangre y melodía
Hace de noche el día
Desatando la garganta.

Y fenece en ternuras
Amor, canto perdido
Para que el viento la lleve
Allí donde ella puede
Desabrigar el olvido.

Alcohol quemando por dentro
Caricia en la madrugada
Quiebra el destino mil veces
Ebria moneda de plata
En la sombra que ilumina
Una historia, no cantada…

Chavela sabe de penas
De penas sabe Chavela
En el último trago se va...
Pero sé, pero sé que no me deja.

Rita Mercedes Chio



Si tratan de comprender, de conocer en profundidad quien soy, cuales son mis ideales, mis inspiraciones, la manera con que miro la vida, no podría resumirlo en unas breves palabras. Puede que mi intento de "Arte" sea el camino que elegí para sobrevivir a un mundo hostil, que se ha empeñado en recordármelo a cada instante, mientras para muchos, la vida se desliza con una sonrisa y vestida en tonos pastel.

Entonces, no debo ser yo quien les diga como soy y puede que lo que aquí dejo, les explique pequeños fragmentos de mi alma. No todos son en blanco y negro, algunos están llenos de luz, los hay estridentes, grises, níveos, y muchas veces esos matices, tienen sonidos, aromas, risas, llanto, penas y alegrías.

Sí, soy ecléctica. Sí me gusta transgredir, compadecerme, apiadarme de la muerte, festejar la niebla, la lluvia, lo que el espejo me devuelve, lo que perdí, lo que tengo, todo aquello que deja marcas y aprendizaje. Le pongo el cuerpo a la vida, no me importa lo que opinen de mí, me siento libre y en armonía con migo misma. Lo demás nunca se sabrá si es verdad o mentira, como el arte mismo...FANTASÍA PURA.

Quien recorre el camino de "Crear", siempre está dispuesto a hablar con Dios.

Rita Mercedes Chio

Hasta que te olvide



Sin ti, otros besos
saben a poco.
Me entrego a brazos desconocidos
y en ellos muerdo tu nombre.

El espejo abraza
la desnudez y la lujuria
que no puedo contener.
Los vestigios
de aquellas horas
de humedades y fluidos,
se atesoran con marca registrada,
sobre el delicado médano sedoso
donde florece mi pubis.

Sin ti...Un lirio rojo,
va perdiendo sus matices
entre mis finos dedos.
Y a pesar de todo,
dejo que broten ardientes letras
en honor a tu ausencia,
hasta que te olvide.
Solo hasta que te olvide!






Rita Mercedes Chio

Incesto - Prosa



Como la vida y la muerte, el amor y el odio. Hermanos que se validan el uno al otro.

Hijos de Dios todos…Los sentires, los humanos, la carne, el alma, los vientos, la nieve, la flor que amanece entre tus besos. El llanto del hambre, los cristales conteniendo el champagne de una promesa, el orgasmo de los jazmines de tu jardín, preñado de aromas inalcanzables.

La desnudez de la fuente, que chorrea sonidos de manantiales, como mis propias venas, abiertas de amor ante una simple mirada en el espejo de tus ojos.

Amaos los unos a los otros! Pero cuantas veces he muerto en las cruzadas que enarbolaban cruces humanas, sedientas de almas diferentes?

Amaos los unos a los otros! por siglos en mis oídos. Hasta que el ronquido de la metralla, despertó con una mera orden y ahora, quién despierta los muertos de amor, de terror, de locura o de fe?
Amo y odio.

Ambos sentimientos se entrelazan en una erótica danza que usa mi cuerpo como escenario. A veces, a sala llena, otras, solo para mi.
Y tu…y tu siempre dispuesto a compartir el ADN del placer entre mis brazos. Ramas que se abren como cuando las azota la furia de una tormenta de pecados. Hombre, mujer, hijos del Padre, con permiso para gozar, sufrir y volver a gozar.

Y la rosa se enamora de otra rosa, los lirios se buscan entre sí... Será porque no tienen que parir desengaños?
Como la vida y la muerte, juntas de la mano, hermanadas, las penas que nos regalamos a diario, vuelven a besarse en secreto, como en un cotidiano incesto.





Rita Mercedes Chio
D. Reservados

"Placer y temor" - Síndrome de Estocolmo - Relato




PLACER Y TEMOR

SÍNDROME DE ESTOCOLMO?
(Psicología y espanto)



A veces siento miedo de mí. Un temor que se asoma en sueños, lleno de persecuciones, palabras que no entiendo, idiomas desconocidos para mis oídos.
Corro por un campo algo desierto y ni siquiera tengo donde esconderme. Una pesadilla recurrente que deviene de épocas remotas, inclusive, que yo no viví.

Como en la novela de Jerzei Kosinski, "El pájaro pintado", soy la niña de la Polonia Oriental, que no tiene raza ni religión definida, se camufla para no ser reconocida y tratar de sobrevivir a duras penas, en la segunda guerra mundial. Es ahí donde la memoria de mi cuerpo, resucita algunas manos sedientas recorriendo mis pequeños pechos, bocas hambrientas, prendidas en la fragilidad de mi cuello. Suena horrible, tal como cuando leí el libro y lloré ante aquella historia algo biográfica, que Jerzei luego desmintiera.

La pesadilla me ahoga, empapa mis sábanas, moja mi cabello, agita mi respiración y aunque sé que estoy soñando, no deseo despertar...Un extraño placer se adueña de la víctima, de la niña, de mi presente.

Gozo con el costo de la supervivencia, los ojos que se clavan en mis rosados senos, el sonido de las armas que caen al suelo y el gemido de un soldado sobre mis labios.

Mi vida en sus manos, sus manos tan asustadas como mi respiración. Pongo resistencia y luego comprendo que ambos estamos tratando de sobrevivir. Me entrego al furioso placer que aromatiza la gramilla de mi pelo, me siento adulta y hasta le pido más, mucho más...Luego, la culpa y despierto con el pecho húmedo, ardiente, satisfecha.





Rita Mercedes Chio
Derechos reservados

Los espacios vacíos



Dulce terciopelo el vino
El jazmín besando la ventana
La fina llovizna del silencio
El prolijo desorden de la cama.


La miel del amanecer, agria
Acerca pasos desconocidos
Sin conciencia ni intenciones
En la amplitud generosa,
De mis espacios vacíos.


Huye el calor de mi boca
Buril que modela a ciegas
Un corazón desvelado, amarrado,
A verdades que siempre niega.


Y mi cabello casi blanco
Telarañas de oro y seda
Prometen al viento un olvido
Olvido, que nunca llega…


En un rincón tu sonrisa
O lo que ha quedado de ella
Y en el otro extremo del abismo
Mi copa, ebria de amor
Brinda con la última estrella.


Dulce terciopelo el vino
Temblando en mis manos viejas…






Rita Mercedes Chio
Argentina

Pena de amor - Tributo a Sor Juana Inés de la Cruz

  


De los austeros recuerdos
Que vuestros ojos han dejado
Recojo mieles y silencios,
Tinta sepia de los vados.

Amor de oraciones engarzadas
Como perlas de un Rosario
Gotas de un grifo entreabierto
Mi sangre drena en pecado.

Cerrad la puerta con llave
Ya nada queda en mis manos
Vuestras sedas, como aves
Vuelan por goces mundanos.

Apenas un sol enrejado
Tímido amanecer que florece
El lado más oscuro de mi alma
Acaricia y se estremece.

Canto del pájaro herido
En la cruz del campanario
Habéis roto mis cristales
Habéis tejido mi sudario.

Vosotros que comprendéis
Mi ausencia y cielo nublado,
Decidle que no la olvido
Decidle que aun la amo.






Rita Mercedes Chio
Argentina







La novia y las luciérnagas



Se siente agradable la delicadeza con que, las manos de mi madre, desliza el blanco vestido de boda, desde mis pies hasta mis pequeños pechos. Revive cada volado en cada uno de sus pliegues, acaricia la seda con ademanes descendentes y suspira. No siento que ciña mi cintura como en días anteriores, es más, el cierre relámpago emitió un breve sonido, como cuando abrimos un pequeño bolso de mano.

Demasiado silencio en este anochecer de enero, escasa luz en el interior del recinto y la única ventana de mi habitación, abierta de par en par al paisaje oscuro de la campiña. Allí a lo lejos, las primeras luciérnagas por arriba y por debajo de un rosado horizonte, labios de un día que acaban callando melodías cotidianas, sonidos de vida y aroma a jardines recién regados.

La lamparilla del techo, más amarilla que nunca, no deja lucir la blancura de las sedas, los encajes bordados, las perlas diminutas del rosario que acaban de poner entre mis dedos. Nadie parece feliz. Nadie entra a ver la novia en su momento más esperado. Desde una lejanía sórdida, el murmullo de cajas con fósforos, raspando la noche, buscando pabilos vírgenes, agigantan las sombras en las húmedas paredes y las hacen danzar entre humo y el olor penetrante de la cera. Han quitado el espejo…han quitado las viejas muñecas, la cajita de música y el caballo de madera donde cabalgaba la infancia. Se inclina mi madre y viste mis pies con una ternura desgarrante.

Ingresan dos señores de traje negro, serios, solemnes y hacen adustas señas para desalojar el espacio. Toman a mi madre por los hombros, ella se resiste, la trasladan hablándole al oído y veo su brazo extendido hacia mí, desapareciendo entre otros brazos, caricias extrañas, rostros amargos.

Las luciérnagas, ahora más brillantes que nunca y la última mariposa de la noche, se acercan a ver como ocultan mi elegancia debajo de finas mortajas, flores silvestres, la luz ocre de los candelabros y el hedor inconfundible de los crisantemos ajados y sedientos sobre mi pecho delgado. Tengo los ojos cerrados…El agua bendita moja mi frente, pasea por mis pestañas y cae hasta mi cuello, en forma de lágrimas. Sé que estoy bonita. Bonita para siempre…

Tierra fecunda



De aquellos otoños
Humo de invierno
La mejor rosa
Sobre la loza
De mis infiernos.

En mi tierra fecunda
Castillos y retoños
Tu boca amarrada
Loca, descontrolada
La rosa de otoño.

Encajes que caen
Tibia vergüenza
Perlas voladoras
En la dulce hora
De tu presencia

Danza de caderas
Sedas y marfiles
Huracanes de pudor
Palabras con amor
Gemidos sutiles.

En mi tierra fecunda
Narciso enclavado
Cuenco dispuesto
Suave y abierto
Valle enamorado.

Melodía del cosmos
Un grito final
Estrellas que chocan
En el boca a boca
Pecado terrenal.

En mi tierra fecunda
Surco de mujer
Cántaro, vertiente
Aguas ardientes
Primavera y placer.





Rita Mercedes Chio
Argentina








Después del amor



Después del amor,
un coro de ángeles
que enmudece y se eleva
dejando pequeñas plumas
en la estrechez de
una mesita de noche.


Junto a mis prendas esparcidas,
apenas un solo rastro
de tu presencia sepia, lavanda,
cigarrillos a medio fumar,
cicatrices de gladiadores
sobre la seda de un lecho
que huele a vainilla.


No es desamor…son crisálidas
petrificadas negándose a nacer.
La sonrisa del miedo,
la respuesta inconclusa
de una respuesta que nadie hizo.


Después del amor,
el canto del agua
sobre cada partícula
cayendo por los desagües,
mi sudor y tu miel.


Sábanas mojadas,
una canción que se repite
en la grabadora,
la lluvia interna
de este otoño de primavera
y una rosa desvanecida,
entre las hojas del libro
que nunca leímos.


Después del amor…
Un orgasmo
en mis pensamientos,
el la inocencia de la luna
jugando con las sombras
de amarillentas puntillas.
en la sonrisa de tu retrato,
en el antiguo puente
que une una promesa
sin sentido y mil olvidos de pie.




Rita Mercedes Chio
D. Reservados

"TRISTÁN"




La pólvora recorre los valles
La muerte va dibujando lápidas
Donde yacen amores salvajes
Caricias breves, eternizadas.

Huelo como huele un leño
Lloro como llora la cascada
Para ser mi único dueño
Buenas flechas y fuertes armas.

Y en el licor de sus suaves besos
Que sí lograron embriagarme
Se ahoga la flor más agreste
Que alguna vez, pudo amarme

Peregrinando en mi corazón
La soledad baja desde la montaña
No entiende de leyes ni razón
O la mera promesa de un mañana.

Busco el oso salvaje de mi alma
Para amarlo y perdonarle la vida
Acariciar la terqueza de sus garras
Lamer sus soles y heridas.

( Tristán fue muerto por un oso salvaje en el año 1967)



Rita Mercedes Chio

Recurso de poeta



Esquivo la mirada vacía
el ritmo caótico de palabras
que surcan el espacio frágil
de tanta soledad encubierta.


Esquivo los oscuros recuerdos
que insisten en modelar
la pequeña dicha cotidiana
de los amantes diurnos,
soñadores compulsivos
poetas de tinta roja
barcas encalladas
en la febril memoria
de amores y desencuentros.


Esquivo la tortura de callar
el grito que emerge
cuando de tu cuerpo,
mariposas azules,
confiesan gozosas
beber de mis mieles.


…………Placer de un solo día…
poemas para siempre………….



Rita Mercedes Chio

Mujer silvestre



Almendras en la campiña de tu cara
Que miran y no ven, azules desvelos
Se esconden esquivas en el tibio velo
De nácar y azúcar, de suaves pestañas.


Amor de atardeceres, miel de los cerezos
El río en su cauce, ave en pleno vuelo
Qué dirán las rosas bordadas en tu pelo
Si el río te toca, como antes, mis besos.


Trigal de tu cuerpo, ondulada cadera
Se mese, germina, florece y despierta
Mi sangre se activa, caliente y alerta
En la tierna espiga de tu primavera.


Y queda roto, un corazón enamorado
Sobre la arena seca de mi playa vacía
Te alejas silente, de esta pena mía
Almendras tus ojos, promesas de barro.





Rita Mercedes Chio

domingo, 22 de noviembre de 2015

martes, 10 de noviembre de 2015

LLORO



Señor,
Qué está pasando conmigo?
Lloro demasiado, sin sentido, talvez
Y poco río…
Como una mariposa extraviada,
Ante flores de pura seda
Como un pájaro, sin su nido.

Y las aguas me saben pesadas
Como pesado el olvido.
Haces que crezca madura
Como la mejor de tus frutas
Austera en palabras vanas,
Pero abundante en ternuras.

Lloro por lo que no he llorado
A destiempo con la vida
No son lágrimas de penares
Ni dolor de arrepentida
Tu mano me ha dado todo
Rosas, aromas y espinas.

Puede que los años sean
Como un sol tras la montaña
Ponen luz sobre mis mareas
Y sombras en mis pestañas.







Rita Mercedes Chio
Derechos reservados

domingo, 1 de noviembre de 2015

El ala derecha de la mariposa



En la palma de una mano,
agoniza, débil, etérea,
pero no lo sabe.
Es como el tiempo de las alegrías
o el tiempo de las desdichas,
breve, inevitable.

No comprende en qué caso
la eternidad tiene sentido.
A veces,
en unos segundos de amor eterno
o tal vez, en cien años de soledad. 



Lo infinito se viste de azul
y grita estrellas en el cosmos.
Es tan vieja como la muerte,
con tan solo unas horas
de vuelo rasante
sobre la piel de los sueños.

No importa quien la contempla,
Dios no detiene los relojes.
Dios equilibra lo que emerge,
lo que nace con aquello
que tan solo se transformará.

Ella en la palma de una mano,
y su ala derecha,
derramando colores
sobre la calzada.
A escasos metros,
cae abatido un delincuente,
se escucha el chillido
del recién nacido,
la risa del joven enamorado
y el tintineo de escasas monedas
a los pies de un mendigo.
Vida, muerte, destino.

El hombre la observa,
agradece no ser mariposa
y ella no lo sabe.
Suenan las sirenas,
canta un ave
en el balcón número setenta,
un barrilete se suicida
soltándose de la cuerda
y el niño de la vuelta,
roba algunos centavos
en la fuente de los viajeros.

La vida cae en picada
allí donde su alita perdida
se mueve a voluntad del viento.
Vuela sola…Más,
olvidó su corazón
en la palma de una mano cualquiera.
Vida, muerte, destino.





Rita Mercedes Chio
D. Reservados

martes, 27 de octubre de 2015

Cuando digo que te amo

                                                               

Cuando digo que te amo,
Sin la melodía de un adolescente
Es mi piel, la que sospecha
Estar ajada y floreciente
Para iniciar la aventura
De dos locos,
Afanosamente fragantes
Entre la vida y la muerte.


Cuando digo que te amo
Sin testigos ni estridencias
Pongo a prueba mi conciencia
Como un pájaro en pleno vuelo,
Veo en tus ojos mi cielo
Y en el llano, la prudencia.


Y si aceptas mi incordura
Las flores que no he cosechado
Mis olvidos sin remedio
O el sabor de mi pasado,
Es posible un largo viaje
Juntos, quejosos y de la mano.






Rita Mercedes Chio
Derechos reservados.

viernes, 23 de octubre de 2015

Bosque virtual



Sobre las huellas de mis pasos
pequeñas semillas
prometen ser retoño,
árbol, flor o espiga
que alimenten un canto nuevo,
aquella esperanza
que necesita
del armonioso conjuro
de corazones limpios.

Algunas serán flor de un día,
las más etéreas, las menos seguras.
Otras, enredaderas aguerridas
sobre el dorso de la vida,
multiplicando la savia,
conteniendo el vital rocío
de los suspiros que se pierden
en el bosque.

Camino bajo el cerrado aliento
de duendes diurnos,
en el filo de un poema
que no me atrevo a firmar,
en aquella huella que dejó
una patética caricia cibernética.

Más, sigo con la siembra
la misión de estar vivo,
en una marañosa ruta
de verdades y mentiras.

Trigo para el cuerpo,
orquídeas para el alma.
Cruz abandonada
luego de mil promesas,
sigue siendo cruz
ante la mirada divina
y el pájaro más esquivo,
trina sin discutir su destino,
porque es en el camino,
donde se pare la vida.

Zetas de colores
a los pies de la haya,
seductoras, peligrosas…
como la curva más cerrada
de un ave ciego,
buscando aquel rayo de luz,
que puja por entrar
en corazones acorazados.

Cervatillo no puedes distraerte...
Una abeja regresa soñando
que nadie le robará su miel.
La paloma lejos del nido,
embucha para dos crías,
olvidándose de sí
y la muerte graba sus iniciales
sobre el mismo tallo,
que florece inocente
endulzando la brisa,
de un día cualquiera.

Sobre la huella de mis pasos,
las perlas saladas de mis ojos,
un puñado de letras,
los colores de tu pintura
y un extraño ramillete
de violetas blancas.



Rita Mercedes Chio
D.Reservados

El nido

                                                                       
Cae y escurre pesada,
el agua entre las grietas
sangre y sudor de la vida
almas grises que despiertan
como ángeles pecadores
voces tenues y siniestras.


El nido oscuro de la muerte
boca de espanto entreabierta
tumba donde convergen
la desdicha de mi suerte
tu fragancia y mis letras.


Calle el mármol para siempre
aquello que no contempla
frío el amanecer estremece
tu humanidad bajo tierra
y una cruz mirando al cielo,
cruje seca en mi tormenta.


jueves, 22 de octubre de 2015

Cuando florecen los cerezos. Poema y vídeo



 

Cuando florecen los cerezos,
cuando el trigal aún está verde,
cuando la negra golondrina
se viste de terciopelo
y aletea entre mis muslos,
para ti, solo para ti…

Cuando las amapolas
dejan de lado el sabor
amargo de la distancia
y regresas a mi,
vestido de primavera
con aromas nuevos.

Cuando cierras tus ojos
para navegar en mi golfo
seguro y desprovisto
de amarras,
abarrotado deseos,
de emociones guardadas.

Cuando tu lengua serpentea
cada pétalo de mi lirio
lleno de rocío
y se estremece.

Cuando me esclavizas,
atándome los brazos a tu espalda
y haces con mis piernas
un collar de fuego en tu cintura.

Cuando el cielo desciende
hasta el lecho revuelto
que sostiene los cuerpos
y enmudece, tan solo
para escuchar la melodía
de nuestros universos,
que se encuentran
como estrellas ciegas,
como planetas borrachos,
en una galaxia del placer.

Es ahí, cariño mío,
cuando sobran las palabras,
le cierras las puertas
a la fragilidad y dejas
en libertad,
la loba en celo
que llevo dentro.

Solo,
cuando florecen los cerezos…


Marfiles: Poema que será publicado por Donbuk Editorial en libro de antologías. (Sevilla)

MARFILES 
Finalista del concurso de poesía 2015, Editorial Donbuk (Sevilla). Publicado en libro de antologías.                                                                                          


Marfiles tus huesos, acuñados en la tierra,
buriles entre sombras, espinada primavera,
grabando los pasos, que lentos fugaron
al hambre de flores y oración pasajera.


Un ángel piadoso, eterno a tu lado
consagra su alas, mohosas y abiertas
a la frágil memoria de lo ya olvidado
a la triste fragancia de la luna llena.


Y mi pequeña alma, que sigue con vida
que ama, que espera, que nunca te olvida
que duerme a tu lado, doblada y sencilla
se niega a caer, en brazos de la despedida.





Rita Mercedes Chio 
Argentina

domingo, 18 de octubre de 2015

Medusa



Armoniosa danza
Entre afiebrados suspiros
Que en una noche de abril,
Cautivó
Luminiscencias letales
En la desprolijidad
De mi alma.

Bella, transparente
Agua de ríos sin risas
Meces la fragilidad
De la muerte
Cabellera dolorosa
Sobre olas y brisas.

Criatura nefasta
Desnudez cristalina
Como la inocencia
De los puertos abandonados,
Que las gaviotas olvidan.

Mi mano se extiende
Equívoca, lujuriosa
En los tentáculos
De una mirada
Atrapados quedan,
Besos en pieles saladas.

Como arde este amor
Llagado de esperas
En las dolientes noches
Donde bebo tus mareas…

Medusa, realidad o cuento?
Lamo mis heridas
Como lamo de tu cuenco
Un agridulce, arrebato de vida.

UD SEÑOR...



Que acicala mis horas con ternura
Como un ave, nocturno y misterioso
Sin los relojes del tiempo desmedido
Me lleva hacia sus brazos, cauteloso.

Ud me ha robado sin saberlo
Fragmentos olvidados del recuerdo
Cuando olvidar parecía la salida
Recordarme el amor, fue su desvelo.

Y supo recoger aquellas risas
Primaveras entre lirios y cerezos
Quitó de mí, amarillas penas
De un viejo libro, que ya no leo.

Ud, mercader de soledades
Alquimista silencioso entre las sombras
Ha logrado sonrojar mis tempestades
Con el celo sutil, de una alondra.

Desabrocha uno a uno mis pecados
Libres palomas del amanecer
Le agrega santidad a lo profano
Y le resta condena a mi placer.

Ud señor mío…
Es a Ud a quien amo,
Con la desmesura de una niña
Que volvió a serlo, entre sus brazos.




Rita Mercedes Chio
Derechos Reservados

miércoles, 14 de octubre de 2015

El hombre que a mí me agrade



El hombre que a mí me agrade
habrá de ahorrar en palabras,
derrochar miradas y saber
cuando su mano podrá
ser firme sobre mi piel.
Oler a hierbas silvestres,
viento de mar, luna y miel

Que sude en el deseo,
agua de río y ron cubano.
Que susurre mientras goza
delire mienta y blasfeme,
en mis oídos sedientos,
pétalo abierto de una rosa.

El hombre que a mí me lleve
con solo alimentar mi celo
a las puertas del infierno,
cautivará mis entrañas
extraña maraña,
azahares de invierno
elevando mi alma
hasta el mismísimo cielo.

Y tendrá de mí los amores
que jamás he prometido
mis frutos y mis semillas
el agua fértil de mi cuenco
mi barca errante sin quilla.






Rita Mercedes Chio

Dime



Y dime tú, qué hago
cuando florezca el cerezo
cuando la lluvia trasmute
el recuerdo de algún beso
y se apague lento
el candil de tus ojos
y tu espalda se aleje
por la mismas flores
que ciego de amor, recojo.


Y dime que tú, qué digo
cuando la luna se encienda
rota y quebrada,
de tanto llanto, de tanta pena
ansiosa mariposa de la noche
sobre aguas tan frías
en mi cuerpo de arena.


Y dime tú,
gaviota pasajera
cual es el ancla que no te he dado...
Tu fruta fresca, aun merodea
en la azul noche, de los pecados.


Y dime ya, pequeño amor
qué haré, cuando no vuelvas,
como un muelle abandonado
como una barca sin sus velas
naufragar en el destino
o morir con la marea?








Rita Mercedes Chio
(Argentina)

De niña a mujer




Dulce paloma,
En busca del cielo
almendra fragante
el pequeño instante
en que levantas vuelo.

Te alejas infecta
de amores y sueños
en la orla diminuta
de la abierta fruta
que provoca celos

Mi dulce paloma
organza y mujer
hechizo de luna
sobre aquella cuna
que te vio nacer.

Mejillas cárdenas
juguetes rotos
crayón partido
lavandas y lirios
en la vieja foto.

Pálida alondra
mi niña creciendo
breteles de seda
encajes y penas
que irán floreciendo




Rita Mercedes Chio

A la partida de Sor Juana - Tibuto a Sor Juana Inés de la Cruz



Hubo la rosa,
bajar su mirada
en presta conciencia,
incienso y mirra
ahumando la muerte
nublando la plaga.

Nauseabundo lecho
donde posa su cuerpo
harapos de gasa,
finas memorias
en la blancura laxa.

Dios de los abriles
en el número diecisiete
puso un manto, oro y marfiles
en la humedad de su frente.

María Luisa de Paredes
secreto llanto de la alondra
Sor Juana conocerá el cielo?
o seguirá siendo tu sombra…

No hay repique de campanas
ni palomas en alto vuelo
morir de amor o de plaga
pare un poema, en consuelo.

Poema de amor bajo tierra
cenizas de la abadía
gritad los versos de Juana
antes que se enferme el día.





Rita Mercedes Chio

domingo, 11 de octubre de 2015

RETRATO



Apañado entre rejas y no me olvides
qué dirá ese rostro, de tanto decir…
El vidrio quebrado, astillas o espinas
que ahora en sepia, no puede morir.



Lágrimas del cielo, la espalda del ángel
cultivando mohos y resolanas
se inclina hasta rozar el fino dosel
que cubre la pena de todas las almas.



Sonrisa desde el pasado que no contagia
que se esfuma, aprisionada en el retrato
llora el cielo aquellos amaneceres
como lloran las sombras, mis breves pasos.



Tanto silencio sobre el sepulcro
tantos mármoles sobre tallados
no hay cincel más doloroso
que aquel que te nombra, aun callando.




Rita Mercedes Chio
Derechos reservados
Argentina

jueves, 8 de octubre de 2015

La Batalla del Acantilado rojo - Historia en vídeo.



La pasión por la historia. 



                                                                 

La historia de Acantilado rojo transcurre en China en el año 208 a. C., durante la Dinastía Han. A pesar de ser gobernada por un emperador, Han Xiandi, China estaba dividida en varios estados enfrentados. Una historia llevada al cine, ahora una breve introducción de aquella epopeya.

He muerto mil veces




He muero mil veces, sobre el hielo de tu sombra
húmedo pabilo, extrañas imágenes bordando 
secuencias que olvidan,el río, el canto y la alondra.

De dos finas manos, 
blancas historias se esfuman
al viento desprolijo del invierno, no ajustan temores
proclaman amores, gotas de sal mis ojos, exhuman

He muerto mil veces, 
en la siniestra sombra de la luna
en el silencio de tu paraje, extravagante risa de la tierra
en las orquídeas que desvanecen, todas juntas y una a una.





Rita Mercedes Chio




miércoles, 7 de octubre de 2015

Castigo - Tributo a Sor Juana Inés de la Cruz


Presa dentro de mí, a oscuras
solo muros, mentes retorcidas
como una cobarde huida
del amor y la cordura.


Aniden alondras en vuestro ceño
amado secreto tan preciado
en nombre de Dios encendidos
poemas y besos, sobre los leños.


Y fría noche en las penumbras
sin enceres, ni blancas hojas
palabras tiernas y amorosas
dentro de mí, se herrumbran.


La luna, que es nuestra luna
cómplice inspiración sacra
si ella os abraza, abrazadla
son mis manos y vuestras dunas.


Amada virreina, mi amiga
no preguntéis por mi sombra
voltead ante esta deshonra
como el rayo a las espigas.


Llegarán a ti mis amores
diversos como las frutas
sobre la brisa su ruta
en blancas rosas, colores.


Y cuando arribe el momento
de fragmentar tanta ausencia
serán vuestros labios cadencia
en la roja sal del flagelo.


Oh Señor…qué esperáis?
Soy tu sierva y soy tu esclava
pongo en letras y en palabras
un amor que condenáis.




Rita Mercedes Chio
(Argentina)

En esas tardes


En esas tardes
donde el encuentro sabe
a fresias abiertas
como dos uvas
sin la piel de la vergüenza
mis pechos se relajan
en tu boca
que alguna vez
le cantara al amor
y a las noches melosas de enero.


En esas tardes
cuando las chicharras lastiman
pensamientos al sol
calientes ráfagas
suspiros adolescentes
el pecado
cae de los frutos maduros
marcados por duendes azules.


En esas tardes
en que me mi falda
se transforma en pétalos
húmedo deshoje
lento laberinto
dedos y piel
con las alas
de la primer mariposa
blanca inocencia de los tilos
columpio mi cuerpo
en el celestial follaje de tus brazos.


En esas tardes
como el jugo de una mora
mancho tu boca escarlata
regada por mis dulces ríos
en el mismo sitio
y a la misma hora.




Rita Mercedes Chio
Argentina




                                                                     
                                                             

Cuidado donde guardas tu dinero - Leyenda



Raphael Moore era el dueño de dos productivas caballerizas al este del Condado de Kansas. Viudo, sin hijos, su único contacto con el mundo social, eran las reuniones semestrales que realizaba en su rancho, para definir la venta o compra de caballos. Avaro, malhumorado, de pocas palabras, ofrecía muy mal trato a sus empleados y rara vez frecuentaba la cantina. A decir verdad no era demasiado conocido, más allá de sus excelentes sementales de pura sangre.
Nunca usó los servicios del Banco local y nadie comprendía como hacía con sus ahorros o el manejo del dinero; pero el anciano Raph había encontrado una extraña solución para ello.
El viejo y abandonado cementerio de esclavos que yacía atravesando el bosque lindero a su casa, a solo una milla de la entrada a sus parcelas, era el lugar elegido por el extraño hombre para dejar en seguridad, sus caudales.
Cada tanto, entrada la noche, se lo veía ingresar al monte con su camioneta roja, pero no más de eso, como para despertar sospechas entre los lugareños.
Bajo la luz de la luna, azul imperio de las sombras, caminaba sigiloso entre las tumbas rotas, mohosas de aquellos que desde dos siglos, descansaban en merecida paz.
Enredaderas, helechos, ramas, hojas putrefactas, mojaban sus botas. Con un farol en alto, las figuras espectrales del lugar se agigantaban, modificando el gesto de los destruidos ángeles de piedra. Corría la tapa de mármol de la única tumba aun conservada y allí dejaba su bolsa de cuero con el preciado tesoro. Durante dos décadas repitió la travesía con la suerte que nadie lo sospechara. Más un día... no regresó.
Lo buscaron por meses y solo encontraron la roja camioneta en el pequeño camino que dividía el bosque.
El caso quedó en suspenso, casi olvidado. Nadie reclamaba nada.
En 1950 cuando el Estado decidió remover el viejo cementerio para vender las tierras, 40 años luego que Moore hubiese desaparecido, el hallazgo de su cuerpo o huesos en cuclillas, abrazado bolsas abarrotadas de dinero, fue el nacimiento de cientos de leyendas, hipótesis, historias de horror, venganza y misterio. Quién pudo haber encerrado al hombre en su propia bóveda de caudales?
Cuentan que un hombre negro, desde entonces, merodea por las noches las calles de la zona, vestido con exquisita elegancia y pesadas joyas de oro, pero nadie, nadie ha podido hablar con él, desaparece sonriente y sin voltear.




Rita Mercedes Chio
D. Reservados - Argentina

La mujer mariposa



Quería ser mariposa. Las dibujaba sobre su piel, maquillaba su rostro con la seda de sus alas coloridas.

Las llevaba vivas en su mano, en su ropa y en su larga cabellera color miel. Alimentaba sus gusanos, también usaba crisálidas, colgando como pendientes, joyas de la naturaleza en sus orejas, hasta que emergían vigorosas para revolotear en el mundo pequeño de sus fantasías e imaginación.

La muerte le habló al oído una tarde de febrero sin lograr sorprenderla. Como las dulces mariposas, sabía que los sueños no durarían para siempre...Que el final no era el final, sino el comienzo de un ciclo vital, programado en su mente. Sabía también que nada le impediría realizarlo. Imposible sentir temor...Si las frágiles mariposas morían resignadas y plenas, ella partiría con el mismo sentimiento, muy a pesar de la cruel realidad.

Ya en el ataúd, nadie intentó quitar los insectos de su cuerpo. Volaban por entre las flores, la angustia de las personas y regresaban para posarse sobre ella. Pálido rostro de porcelana, rodeado de encajes bordados a mano.

Una vez cerrada la caja mortuoria, con todas sus mariposas dentro, el cortejo atravesó la aldea hacia el destino definitivo. Ya bajo tierra, un mar de jazmines fueron arrojados sobre el montículo fresco y húmedo que sostenía una provisoria cruz de madera.

La primer persona en visualizar el milagro, fue el viejo sepulturero encargado de mantener aquella tumba en buen estado. Vaya si era sorprendente ver como de entre la tierra reseca, resurgían una a una, bellas mariposas en incesante continuidad. Y no se trató de un evento de escasos días...Aun hoy, a 8 años de su muerte, las hermosas criaturas aladas, continúan naciendo desde las entrañas de la tierra.
Ella quería ser mariposa...Y lo ha logrado.


De: Rita Mercedes Chio
Derechos reservados
Argentina

Poema a la Luna




Y qué hay de ti, solitaria luna
Redondez de plata sobre las rías
Acuerdo fatal de los enamorados
Menguando el amor, de noche y de día.




Escalofrío del cielo, azul pertinente
Sereno testigo, de una travesía
Te riegan de versos, malditos poetas
Que aman a ciegas y luego te olvidan.


Cofrecillo de acero, para mis penas
Callado y seguro, el tierno secreto
Mis ojos te tocan, cuando despiertas
A la hora exacta, de recogerlos.


Y qué hay de ti, cuando mi canto
Dispersa el llanto, hacia las estrellas,
Navegas la ruta de los espantos
Perdida moneda, piadosa y serena.


Romántico broche sobre las aguas
Que mojan amores y flores de azahar
Anuncias la noche, sonriente y callada
Un poco doliente, un tanto cansada
De tanta mentira y de tanto rodar…






Rita Mercedes Chio
D. Reservados

A mi amada Virreina


                                                                 

La vida

A veces la caricia
o el certero golpe
mientras decido,
no poner la otra mejilla…
Elación,  
amor odio
en el amargo de su saliva
en la dulzura que emana
la cerrada curva
de su cadera,
estrecha carretera
para mi breve paso.

A veces nos miramos
nos reímos
como dos adolescentes
cercanos
ausentes
birlando juntos
un instante,
sólo un instante
del eterno presente.

Frágil, me enamora
la sutileza
con que emerge
y sin más
y sin aviso
con un tenue soplido
mi ave de sueños
derriba del nido.

Y la compro
y me vende…
arduo trueque, en la conquista
permite que bese sus labios
ceguera de amores perros
pero, luego ella...
Ella me los quita.







Canto al placer


                                                      


A tu llanura de lunas soleadas,
al tótem que emerge sediento,
placeres de dioses mortales,
orgías de miel y trigales,
bajo el cielo y sobre el viento.


Al sonido de dos almas mudas
que olvidan el tiempo y el mañana
acústica melodía de corazones
que a ciegas y a tientas, cabalgan
en el murmullo de palabras profanas.



Al trigal que sostiene mi cuerpo,
a la mariposa que dulce se posa,
en el húmedo cántaro con esmero
haciendo gemir, meloso y placentero,
los pétalos de mi tibia rosa.





Rita Mercedes Chio
Derechos reservados