Sobre las huellas de mis pasos
pequeñas semillas
prometen ser retoño,
árbol, flor o espiga
que alimenten un canto nuevo,
aquella esperanza
que necesita
del armonioso conjuro
de corazones limpios.
Algunas serán flor de un día,
las más etéreas, las menos seguras.
Otras, enredaderas aguerridas
sobre el dorso de la vida,
multiplicando la savia,
conteniendo el vital rocío
de los suspiros que se pierden
en el bosque.
Camino bajo el cerrado aliento
de duendes diurnos,
en el filo de un poema
que no me atrevo a firmar,
en aquella huella que dejó
una patética caricia cibernética.
Más, sigo con la siembra
la misión de estar vivo,
en una marañosa ruta
de verdades y mentiras.
Trigo para el cuerpo,
orquídeas para el alma.
Cruz abandonada
luego de mil promesas,
sigue siendo cruz
ante la mirada divina
y el pájaro más esquivo,
trina sin discutir su destino,
porque es en el camino,
donde se pare la vida.
Zetas de colores
a los pies de la haya,
seductoras, peligrosas…
como la curva más cerrada
de un ave ciego,
buscando aquel rayo de luz,
que puja por entrar
en corazones acorazados.
Cervatillo no puedes distraerte...
Una abeja regresa soñando
que nadie le robará su miel.
La paloma lejos del nido,
embucha para dos crías,
olvidándose de sí
y la muerte graba sus iniciales
sobre el mismo tallo,
que florece inocente
endulzando la brisa,
de un día cualquiera.
Sobre la huella de mis pasos,
las perlas saladas de mis ojos,
un puñado de letras,
los colores de tu pintura
y un extraño ramillete
de violetas blancas.
Rita Mercedes Chio
D.Reservados